«El nuevo sistema de certificación no va a dejar fuera a ninguna bodega, por pequeña que sea»
Las 800 bodegas que elaboran vino de Rioja, para comercializar con etiqueta o incluso en graneles, afrontan esta vendimia un nuevo problema que nada tiene que ver la naturaleza. El Consejo Regulador, por imperativo de la Ley 6/2015 de Denominaciones de Origen Supraautonómicas, debe obtener el sello de la Entidad Nacional de Acreditación (Enac), lo que implica importantes cambios en el sistema de certificación de vinos. Nimbus es el nombre del programa informático con el que deben familiarizarse, para ya, todas las bodegas y está provocando no pocos quebraderos de cabeza e incluso pérdidas de sueño: «No vamos a ‘matar’ a nadie con el nuevo sistema de certificación y ni una sola bodega por pequeña que sea dejará de recibir precintas de Rioja por no saber manejar el nuevo programa informático», asegura Pablo Franco, director técnico del Consejo.
– ¿De dónde sale esto?
– Es normativa europea y nacional y, como Consejo Regulador, estamos obligados a modificar nuestro sistema de control y acreditarnos de acuerdo con la norma UNE-EN ISO/IEC 17065. No es un invento del ‘gallego’ [así conocen a Pablo Franco muchos bodegueros y viticultores], sino que tenemos que adaptarnos sí o sí y pondremos todo lo que haga falta para que nadie se quede rezagado. Intentamos violentar lo menos posible a la gente.
– ¿Me explica el nuevo proceso?
– El cambio fundamental es que la bodega debe tener un sistema de autocontrol documentado, lo que significa una trazabilidad completa desde la explotación de viñedo a la botella. Hasta ahora el Consejo Regulador tenía una buena información desde la vendimia al embotellado y etiquetado del vino, pero ahora hay que ir más allá, a un nivel de detalle mayor: por ejemplo, necesitamos conocer a dónde ha ido a parar cada ‘ticket’ de uva que ha entregado el viticultor; es decir, en qué depósito ha entrado y con qué partidas se ha mezclado.
– ¿Está todo el mundo preparado, y más cuando mucha gente, pequeña, apuntaba a mano?
– Hay que adaptarse. No es voluntario ni para las bodegas ni para el propio Consejo. Llevamos casi dos años trabajando con un grupo de treinta bodegas piloto para ver las debilidades del sistema y en el último año diez de ellas han estado gestionando la nueva plataforma Nimbus. Estamos haciendo cursos formativos, on line y presenciales, y también a través de algunas asociaciones. Hemos contratado personal específico para ayudar con el manejo del Nimbus y haremos lo que sea necesario para que todo el mundo esté preparado. Nimbus es una herramienta que el Consejo Regulador ha decidido desarrollar para facilitar el cambio a las bodegas. La principal garantía es que si el autocontrol de la bodega se ejecuta según este programa, cumplirá con los nuevos requisitos sin ninguna duda. Ni una sola bodega, por pequeña que sea, dejará de recibir precintas por no saber manejar el programa informático.
– Si no me equivoco, hasta ahora certificaba el Consejo que el vino era de Rioja y ahora deberán ser las propias bodegas…
– Vamos a decir que sí. Serán las bodegas las que tengan que acreditar que su vino es de Rioja. Para ello deberán solicitar al Consejo una certificación y nosotros, vía auditoría, verificaremos si cumplen con todo el proceso y se irá concediendo poco a poco la certificación. Pero que nadie se ponga nervioso porque en este periodo de tiempo hasta la auditoría nadie dejará de comercializar vino por no estar certificado. Las auditorías las haremos poco a poco y mientras tanto se podrá seguir emitiendo precintas. Debe ser la bodega la que acredite que el producto es Rioja, mientras el Consejo ratifica que es apto y verifica y certifica su sistema de control, además de comprobar, mediante inspecciones, que mantienen las exigencias para la certificación.
– ¿Y cómo certifico mi vino?
– La sistemática es casi como la de hoy. Ahora bien, la calificación del vino pasa a llamarse verificación y deberá solicitarla cada bodega, que previamente deberá garantizar un autocontrol de ese vino con una cata y un análisis. El Consejo catará y analizará las muestras como hasta ahora. Desde ese instante, las bodegas pedían precintas y podían pegarlas en las etiquetas. A partir de ahora, podrá pedirlas pero hay que declarar antes cada partida ‘apta’ para poder etiquetarla. En este caso, no hay que esperar ninguna respuesta del Consejo: la bodega, una vez declarada apta la partida en cuestión, ya puede etiquetarla y si es un vino a granel y está autorizado proceder a su traslado.
– ¿Y si no lo son?
– La norma prevé varias opciones, incluida la suspensión y la retirada de la certificación, pero hemos optado por retirar el producto si se da el caso e intensificar los controles. Es decir, no vamos a ‘matar’ a nadie, pero, a diferencia de antes que se retiraba el producto y, si procedía, te enfrentabas a una sanción, ahora además se exigirán medidas correctoras. Veremos qué se ha hecho mal y la bodega tendrá que corregirlo. Es un control casi ‘a la carta’ y, por supuesto, habrá más vigilancia sobre los operadores que se pudieran considerar de mayor riesgo.
– Y todo esto, ¿mejora la calidad del vino?
– Sí. Hay más control final del producto y también en vendimia porque cada bodega tiene una responsabilidad sobre lo que introduce en sus depósitos. Debe demostrar que cumple tanto la uva como el vino. Por ejemplo, si un remolque no cumple por grado o sanidad, se separa y no se mezcla con ‘buena uva’. Hay más exigencia y, además, están las medidas correctoras. También habrá más controles, y especialmente sobre aquellos que no cumplan. Lo cual creo que también es positivo para el bien común.